“Las cosas son más de lo que vemos” (Leyenda de La caverna de Platón)
Siempre había creído que todo funcionaba previsiblemente, con automatismos, en un orden banal y explicable, pero aprendí que la razón no es tan transparente y que existen dos mundos unidos por una pequeña puerta, un pasadizo que solo algunos seres sensibles son capaces de recorrer.
Acababa de separarme y me había mudado a aquella finca del barrio antiguo con mi hijo de apenas veinte meses. Él era ya la última razón del amor para mí. Esperaba encontrar de nuevo la calma necesaria para darle a Iván una infancia feliz. La misma semana de mi traslado, convocaron una reunión de comunidad en la que conocí a mis vecinos:
̶ El Sr. Platón o como se llame, está llenando el entresuelo de basura y pronto parecerá una caverna. ¡Nos van a inundar los malos olores y las cucarachas! ̶ Dijo doña Eladia.
Isabel, la chica del cuarto piso, afirmó:
̶ Sí, yo le he visto rebuscar en las papeleras y creo que debería cambiar el cartel de su buzón y poner Diógenes en vez de esa tontería de Platón.
̶ Andrés, como presidente debe usted hacer algo. Tiene la terraza del patio de luces llena de objetos raros que construye con basura y cuando hace aire se mueven y causan ruidos que no nos dejan dormir. Por no hablar de los ataques que le dan de vez en cuando, ni de todos los gatos que recoge. Esa casa es un foco de infecciones. ̶ Sentenció doña Eladia, indignada.
̶ No se preocupen, hablaré con él. Al principio no daba tantos problemas; que yo sepa estuvo casado y era maestro de primaria antes de acabar aquí; le expulsaron por algún trastorno sicológico y ahora creo que malvive con una mínima pensión de dependencia y apenas puede pagar el alquiler. Tal vez sea la soledad y los años, que hacen estragos en la mente de un hombre.