Josu Lasa Urzelai es usuario de Agifes y lleva desde los 20 años dando rienda suelta a la que es, sin duda alguna, su gran pasión: enfrentarse a un papel en blanco y dejarse llevar por la imaginación para crear espectaculares dibujos.
«Empiezo pintando unas rayas y termino imaginando un mundo»
Josu Lasa Urzelai es usuario de Agifes y lleva desde los 20 años dando rienda suelta a la que es, sin duda alguna, su gran pasión: enfrentarse a un papel en blanco y dejarse llevar por la imaginación para crear espectaculares dibujos. Para ello lleva formándose desde hace muchos años en escuelas de Deba, Bilbao y últimamente en Beasain, donde vive en un piso tutelado de la asociación.
“La mayoría de cursos que he realizado son de arte realista; nada tienen que ver con lo que pinto, pero me han ayudado a ir cogiendo mano”, explica. Josu se ha forjado un estilo muy personal: su preferencia son las ilustraciones realizadas casi de un solo trazo, sin levantar el bolígrafo del papel. “Mucha gente me suele preguntar cómo lo hago. Normalmente empiezo pintando unas rayas y luego me voy imaginando un mundo hasta que termino mi grafo mediante trazos”. Aunque algunas veces comienza sus creaciones con la idea clara de lo que quiere plasmar, la mayoría de las veces lo hace sin pensarlo, “sobre la marcha”.
«Quedándote en casa, sin buscar soluciones, no se consigue nada»
Josu es usuario del centro de rehabilitación psicosocial de Aita Menni y lleva varios años residiendo en viviendas tuteladas por Agifes. Vivió en el piso de Legorreta durante aproximadamente seis años hasta que se trasladó a la vivienda de Beasain hace año y medio. Josu reconoce que, actualmente, se encuentra “mucho mejor”. “Cuando estaba en mi casa me encontraba muy mal y no veía ninguna salida. Sin embargo, desde que me mudé a Legorreta y, ahora aquí, en Beasain, veo que voy evolucionando, que las cosas van mejorando. Noto que tengo más autonomía para hacer mis cosas, por ejemplo. He aprendido que quedándote en casa, sin buscar soluciones, no se consigue nada”.
Asegura que sentirse mejor le ayuda a centrarse en el dibujo, y viceversa. “Cuando pinto me siento bien, y eso me sirve para abstraerme de mis pensamientos y concentrarme en lo que hago. Me da mucha satisfacción, algo que es muy positivo para mí”, reflexiona. Son muchas las veces que ha expuesto sus creaciones en locales de Legazpi, Zumarraga, Legorreta o Tolosa, por ejemplo, y está deseando volver a hacerlo: “Me gustaría hacer más exposiciones, que la gente pueda conocer lo que hago. Ver que les gusta mi trabajo y que me felicitan por ello es muy gratificante”.