Este 2024 se cumplen 16 años desde tu entrada en Agifes. ¿Cómo llegaste a la asociación?
Siempre me había llamado la atención la salud mental, por lo que al finalizar la carrera de Trabajo Social decidí hacer las prácticas en el hospital psiquiátrico San Juan de Dios. Allí tuve la oportunidad de conocer muchos recursos comunitarios, entre ellos Agifes. Envié el CV y a los pocos meses me llamaron para trabajar.

¿Cuál ha sido tu recorrido laboral en Agifes?
Empecé en el piso que teníamos entonces en Legorreta, primero como educadora y luego como responsable. También comencé a realizar sustituciones como trabajadora social hasta que finalmente ocupé ese puesto. Además, he sido coordinadora del programa de Apoyo a la Vida Independiente y, actualmente, desde el regreso de mi baja por maternidad, coordino los programas de acogidas, voluntariado y sensibilización.

¿Cuáles son los principales retos de tu labor?
Lo fundamental para mí, como trabajadora social, es conectar con las personas que se acercan a la asociación, que se sientan cómodas. Vienen con una sobrecarga emocional muy potente y muchas veces sin saber qué camino tomar, por lo que es importante hacerles sentir goxo y ofrecerles toda la información sobre los recursos que tienen a su disposición.

¿Qué destacarías de lo aprendido en todos estos años en Agifes?
A menudo nos pasa que tenemos una serie de estereotipos y cuando conocemos a la persona se nos desmontan. Nos creamos nuestra propia idea sobre la persona que tenemos delante, pero la situación real suele ser muy diferente. En todos estos años he aprendido a no juzgar a nadie, porque detrás siempre hay una historia, un sufrimiento, un malestar que no podemos comprender sin llegar realmente a conocer a esa persona.