Entrevista a Maialen Lozano, usuaria del centro de rehabilitación psicosocial de Buenavista
«Quiero ser madre, montar una peluquería y lograr el cinturón negro de jiu-jitsu»

¿Cómo surgió el relato que acabas de escribir?
En realidad, lo empecé hace tres años, cuando tenía 23. Me pareció bonito poner mi historia en palabras. Y hace poco, con motivo del quinto aniversario de boda de mi madre con Luis, mi padrastro, lo terminé y se lo regalé encuadernado.
Siempre han estado ahí para apoyarme, aunque me cueste valorarlo porque no me siento comprendida. La relación está por sanar. A veces es necesario alejarte de las personas a las que quieres para luego volver.
En este escrito te presentas a ti misma con otro nombre: Oumaima.
Sí, me lo puse hace unos años, cuando me acerqué al Islam, ya que las chicas de la mezquita tenían dificultades para pronunciar mi nombre. Me sentí muy atraída por esta cultura al conocer a un chico musulmán, que fue mi pareja durante más de siete años. Me encantan los vestidos árabes, la henna, el velo, la vida allí…
Me molesta que la gente juzgue culturas que desconoce. La verdad es que, aun siendo vasca, me considero inmigrante, como estas personas a las que he conocido. Lucho como ellos por salir adelante y por ser considerada como una más.
En tu relato mencionas algunos de los momentos que más te han marcado, como tu ingreso psiquiátrico.
Fue a los 14 años, en un momento muy complicado. Me movía en un entorno que no me convenía, consumía tóxicos, estaba en conflicto con mis padres… Al final me diagnosticaron de esquizofrenia y pasé un año ingresada. Lo aproveché para recuperarme y terminar mis estudios de administración.
Me están ayudando mucho en Buenavista. También pongo de mi parte, porque estoy en un buen momento. Cuando te abres, se crea un vínculo positivo.
¿Cómo fue tu vida tras aquella experiencia?
Estuve mejor durante años, pero a los 24 recaí. Me separé de mi pareja, dejé el trabajo por depresión y tuve que regresar a casa de mis padres. Lo pasé tan mal que volví a las drogas y llegué a vivir en la calle. Al final, pedí ayuda y entré en la Unidad de Atención Intensiva de Día de Aiete. Y desde hace un año vivo en una residencia gestionada por Cruz Roja.
¿Cómo llegaste a Agifes?
Al salir de la Unidad de Aiete, me pusieron en contacto con la asociación. Al principio recibía la visita de dos educadores que se esforzaron al máximo para sacar lo mejor de mí. Luego entré en Buenavista y estoy muy contenta; me están ayudando mucho. Quiero agradecer especialmente el apoyo que me ha dado desde el primer día Jon Abruza, un compañero de centro. También pongo de mi parte, porque estoy en un buen momento. Cuando te abres, las relaciones se crean desde un vínculo positivo.
¿Hay algún sueño que desearías cumplir?
Me gustaría tener dos hijas y educarlas desde la apertura, el conocimiento de otras culturas y la libertad. También quisiera abrir una peluquería; voy a empezar a estudiar el oficio en septiembre. Además, me encantaría lograr el cinturón negro en jiu-jitsu, un arte marcial que he empezado a practicar hace seis meses. Ya en octubre voy a participar en mi primera competición, en el campeonato europeo que se celebrará en Valencia.
Llevas una vida muy intensa, ¿no?
He querido vivir muy rápido, pero todo lo experimentado me ha servido. No cambiaría nada, porque somos lo que hemos pasado.